Se celebra el aniversario del nacimiento de Fátima, hija del Profeta
La Consejería Cultural de la Embajada de Irán celebró el 12 de enero el Día de la Mujer, que en Irán se celebra con ocasión del aniversario del nacimiento de Fátima, la hija del Profeta, sobre ambos sea la paz. La ceremonia tuvo lugar en la sede de la embajada iraní en Madrid, y a ella asistió el embajador de la R.I. de Irán, Hassan Ghashghavi, el consejero cultural, Mohammad Mahdi Ahmadi y miembros del cuerpo diplomáticos así como iraníes en general residentes en la capital.
La Consejería Cultural de la Embajada de Irán celebró el 12 de enero el Día de la Mujer, que en Irán se celebra con ocasión del aniversario del nacimiento de Fátima, la hija del Profeta, sobre ambos sea la paz. La ceremonia tuvo lugar en la sede de la embajada iraní en Madrid, y a ella asistió el embajador de la R.I. de Irán, Hassan Ghashghavi, el consejero cultural, Mohammad Mahdi Ahmadi y miembros del cuerpo diplomáticos así como iraníes en general residentes en la capital.
La homilía corrió a cargo de Ahmadi, que habló de las circunstancias y el ambiente que reinaba en la península arábiga en el último tramo de la vida del Profeta del Islam y cómo afectó todo ello a su hija Fátima. El consejero cultural habló de la infancia de Fátima, de cómo confortaba a su padre en las acciones violentas contra él, a pesar de que sólo era una niña. “Fátima trató de reducir los sufrimientos de su padre. Un día, cuando el Profeta estaba en la Mezquita de al-Haram, un esclavo arrojó tripas de camello a la cara del Profeta por instigación de los líderes de Quraish, y todos tenían miedo de ayudarlo. Fátima, que sólo tenía 8 años, llegó a la mezquita y le limpió la cara a su padre, y lo acarició. Esta gran señora había era tan madura ya que desempeñaba el papel de madre de su padre, siendo así que por eso se la llamó también Ummu Abiha (madre de su padre)”, relató Ahmadi ante la congregación.
El consejero cultural habló también del cisma que surgió en la comunidad musulmana tras el fallecimiento de su padre a cuenta del liderazgo, del papel que ella desempeñó como reveladora de lo que hicieron en Saqifa nombrando Abu Bakr califa en lugar de a Ali, que fue a quien nombró Muhammad antes de morir. “En esto —sentenció Ahmadi—, ella cumplió con su responsabilidad social”, y continuó explicando cómo ella reveló “la usurpación del califato” en un discurso sorpresivo que pronunció en una mezquita, también a lomos de un camello y buscando uno a uno a los Ansar y a los Emigrados a Medina para contarles lo ocurrido. “Aquí Fátima prefirió anteponer contar la verdad a callar por la conveniencia”, apostilló.
La ceremonia concluyó con el canto de versos de encomio y alabanza a la figura de Fátima.
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